Malaquías 3:10-11 TRAED TODO EL DIEZMO AL ALFOLÍ,
para que haya alimento en mi casa; y ponedme ahora a prueba en esto dice el
Señor de los ejércitos si no os abriré las ventanas del cielo, y derramaré para
vosotros bendición hasta que sobreabunde. Por vosotros REPRENDERÉ AL DEVORADOR,
PARA QUE NO OS DESTRUYA LOS FRUTOS DEL SUELO; NI VUESTRA VID EN EL CAMPO SERÁ
ESTÉRIL dice el Señor de los ejércitos.
En los versículos anteriores podemos ver dos de los
beneficios de llevar nuestro diezmo al alfolí:
1. Los frutos no serán destruidos por el devorador.
2. La vid no será estéril, tendrá su fruto.
Ahora leamos la parábola de los labradores:
Mateo 21:33-34 Escuchad otra parábola. Había una vez
un hacendado que planto una viña y la cercó con un muro, y cavó en ella un
lagar y edifico una torre, LA ARRENDÓ a unos labradores y se fue de viaje. Y
cuando se acercó el tiempo de la cosecha, ENVIÓ SUS SIERVOS A LOS LABRADORES
PARA RECIBIR SUS FRUTOS.
¿Cuál es el arrendamiento que pide el hacendado?
Según Malaquías 3:10 y 11, si no se diezma, el devorador destruye los frutos y
la vid es estéril. El arrendamiento es el diezmo, el diezmar nos da una viña
con muro, lagar y torre, esto guarda nuestra viña, podemos trabajarla y estar
alertas, así tendremos frutos cuando el Padre los busque.
¿Cuáles son los frutos? arrepentimiento (Mateo 3:8),
del Espíritu (Gálatas 5:22-23), santificación (Romanos 6:22), entendimiento
(1Corintios 14:14), luz (Efesios 5:9), justicia (Filipenses 1:11, Santiago
3:18), buenas obras (Colosenses 1:10, Tito 3:14), alabanza (Hebreos 13:15),
sabiduría (Santiago 3:17), entre otros.
Cantares 4:16 TLA ¡Despierta, viento del norte! ¡Ven acá, viento del sur! ¡Soplen sobre mi jardín y esparzan su fragancia! ¡Ven a tu jardín, amado mío, y prueba sus deliciosos frutos!
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