Gálatas 3:21 NTV ¿Hay algún conflicto, entonces, entre la
ley de Dios y las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Si la ley pudiera
darnos vida nueva, nosotros podríamos hacernos justos ante Dios por obedecerla.
Aquello que para el Israel terrenal le fue dado como una
ley, para nosotros, que somos el Israel spiritual de Dios, nos es dado como una
promesa (Heb.8:6). En éxodo capítulo 20 se pueden leer los diez mandamientos
(Ex.34:28), esta era la ley, y esta ley es la que ahora nos es una promesa.
Antes se les dijo que no mataran, que no adulteraran, que no codiciaran etc.,
ahora se nos promete que El cumplirá esa palabra en nuestra vida, la ley ya no
estará escrita en piedra si no en nuestros corazones (Heb.8:10, Jer.31:33).
Veamos el cuarto mandamiento:
Éxodo 20:8-11: Acuérdate del día de reposo para
santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, más el séptimo día es
día de reposo para el Señor tu Dios; no harás en él obra alguna, tú, ni tu
hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el extranjero
que está contigo. Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el
mar y todo lo que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Señor
bendijo el día de reposo y lo santificó.
Este mandato es ahora una promesa para toda la iglesia.
¡Cuanto más lo es a nosotros que hemos recibido la proclama de este año como
buena dadiva que desciende por la cabeza ministerial!
Isaías 58:13 NTV Guarden como santo el día de descanso;
en ese día no se ocupen de sus propios intereses, sino disfruten del día de
descanso y hablen del día con delicia, por ser el día santo del Señor. Honren
el día de descanso en todo lo que hagan ese día y no sigan sus propios deseos
ni hablen palabras inútiles. Entonces el Señor será su delicia. Yo les daré
gran honor y los saciaré con la herencia que prometí a su antepasado Jacob.
¡Yo, el Señor, he hablado!
Tomemos la promesa y que la misericordia de Dios y Su
gracia nos ayuden a guardar este reposo en Cristo para poder disfrutar, hablar
con delicia, recibir honor y herencia, no desviando nuestros corazones (Salmo
95:10-11).